“Noto en estas generaciones que son libres de mente, que no tienen todos los estigmas que tienen mis padres o que tienen mi generación”

Entrevistamos al artista Camil Escruela sobre su participación en el mural colaborativo de la Sala Jove del Bon Pastor.

¿Puedes explicarnos un poco más quién eres?

Soy Camil Escruela, artista urbano de Barcelona, uno de los artistas más representativos de la ciudad y tengo un estilo como naif e ilustración infantil. Se me considera como el heredero de Javier Mariscal. He hecho trabajos muy importantes para la ciudad, como pintar el Parque Güell o un muro en Besòs Mar. He trabajado para marcas como Clipper. Estoy muy cerca de Montana Colors porque trabajo en la tienda de Montana desde hace diez años y mi pasado viene del mundo ilegal, del graffiti, de los trenes. Eso me ha permitido luego como artista urbano ser muy respetado en las calles.

¿Qué significa para ti poder crear en el espacio público? ¿Qué diferencia le ves con otras posibilidades artísticas que no incluyan el espacio público?

Crear en el espacio público al final es democratizar el arte y llevarlo a la visión de todo el mundo. Es como un regalo que se le hace a las ciudades. Y opino que los murales que hay en las ciudades forman parte también del paisaje urbano.

En barrios pobres, normalmente dinamizando las paredes y haciendo obras de arte, se consiguen objetivos. Voy a poner un ejemplo. Yo soy del Besòs Mar y me pidieron desde el Centro Cívico hacer un muro para reivindicar una Sala Jove y pintamos el muro del cine Pedro IV con toda la información que me dieron los niños de la sala que querían. Hicimos el mural para reivindicarlo y hoy en día han tirado el cine y van a hacer una Sala de Joves exactamente como pintamos el mural. Al final te das cuenta de que el arte urbano también sirve para reivindicar espacios y que finalmente se consiga el espacio. Me parece una locura y una línea de trabajo increíble.

¿Qué papel entonces tiene precisamente el arte urbano en la ciudad actual?

Pues es clave. Al final democratiza un poco los barrios también. Todas estas acciones que se hacen de talleres, escuchando a los vecinos, escuchando las propuestas, pues dignifican también los barrios, porque al final ellos se sienten parte de ese trabajo del muro. Es muy importante también dinamizar con los vecinos y con la gente que va a convivir con el mural para hacer algo que a ellos les llene, les llegue y les toque, que forme parte de su historia también. Al final ves que los espacios se convierten en un símbolo del barrio y eso es precioso. Los artistas urbanos tenemos un potencial que no nos lo acabamos de creer, pero somos los artistas que más estamos interviniendo en el espacio público y eso, de cara al futuro, va a tener una repercusión increíble porque los artistas de caballete no tienen esa posibilidad. También lo tenemos más fácil para hacernos conocidos, porque al estar en las calles todo el mundo lo ve. Yo también me dedico al arte, a pintar cuadros y seguramente yo me lo paso mejor pintando cuadros porque me da más juego, más vida. Pero gracias al arte urbano he llegado a los cuadros y si yo no hubiese sido artista urbano, no estaría vendiendo cuadros ahora mismo. Es un momento muy bueno y la ciudad lleva ya unos diez años apostando por este modelo de dinamizar los barrios y embellecerlo… no solo embellecerlo, darles un sentido a los murales y que la gente se sienta identificada con su barrio.

¿Cómo ha sido el proceso creativo de este mural en la Sala Jove del Bon Pastor?

Ha sido muy bonito, la verdad. Hicimos primero una sesión en mural que vinieron ellos desde el Centro Cívico a B-Murals. Hicimos un muro pequeñito donde yo dibujé y fueron rellenando y más o menos ya fueron entendiendo como iba a ser la actividad. Y luego nos reunimos, hicimos una rotllana y ellos empezaron a soltar ideas de lo que querían que saliera en el muro. Yo me anoté todas las ideas y a partir de esas ideas hemos realizado el boceto con yo qué sé, unos chicos que están jugando ping-pong, un rapero, una play y un gitano tocando la guitarra o esas cosas que ellos hacen en la sala y les gustaría verse reflejados en el mural. Y lo hemos conseguido totalmente.

¿Y por qué crees que es importante trabajar el arte urbano con los jóvenes?

Porque hay que desestigmatizar. Los artistas urbanos estamos vistos como el grafitero ilegal, el bandarra y no, es todo lo contrario. Ver de primera mano por qué hay gente que se dedica a esto, que es un trabajo y que no es simplemente hacer una firma e irte corriendo, sino que va mucho más allá de todo eso y que es una práctica artista… a ellos les abre la cabeza muchísimo y empiezan a entender el arte urbano de otra manera. No tan ilegal, sino como una herramienta constructiva y una herramienta artística muy potente.

Y ya para terminar, ¿algo que quieras compartir?

Pues que son un grupo guapísimo. Que la diversidad cultural que tienen aquí es un tesoro. Te das cuenta de la convivencia que tienen y lo bien que se llevan, como que cada uno aporta un granito de arena. Entre ellos se entienden y se retroalimentan Esta diversidad cultural va a crear superhombres. Porque noto en estas generaciones que son libres de mente, que no tienen todos los estigmas que tienen mis padres o que tienen mi generación, que tenemos muchos estigmas culturales y veo que todo eso se está rompiendo y me alegro muchísimo de que se vean como iguales, no como diferentes.

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